divendres, 30 d’abril del 2010

Joel Olivé: Musica, instrumentos arcaicos, instrumentos nuevos (Estados modificados de consciencia y musicoterapia)

Publicado en la Revista Ulises, Ed. Liebre de Marzo (enero 2005)

Introducción
Desde tiempos remotos, desde la propia existencia del mundo y del hombre, la música, ha estado presente. La música ha sido y será para el hombre un instrumento de socialización, un lenguaje poderoso, asociado muchas veces a la magia o a lo sobrenatural. De alguna forma da la sensación, que la música existe, por encima del hombre, que sencillamente es un lenguaje que hemos adaptado y desarrollado, porque nos ayuda a vivir, nos conecta con lo trascendente y obtenemos, información, sugestión y amor. Todo a través del aire que se desplaza, sutilmente empujado por las ondas. Gracias a nuestra atmósfera podemos oír música, gracias a nuestro planeta, podemos tener un altavoz gigante, que permite mejorar nuestras vidas, en muchísimos aspectos.
En aquellas primeras edades, en que el hombre investigaba, con suma curiosidad el mundo, la música se asoció rápidamente como un elemento de poder. Así es como la música se fue desarrollando con el tiempo, porque lejos de ser solamente un placer, la música es uno de los elementos básicos en cualquier tipo de ritualización.
Para ello son precisos instrumentos arcaicos. Instrumentos que sin ningún tipo de amplificación artificial, sumerjan al escuchante al mundo de lo trascendente y al mundo de lo mágico. Sonidos fundamentales que nos envuelven de harmónicos poderosos, que modifican nuestra la vibración energética y la del mundo. Algunos de los instrumentos como el didjeridoo, la flauta o la voz, fueron rápidamente conocidos y desarrollados por nuestros ancestros.
Hoy un nuevo campo de instrumentos arquetípicos se abre a la evolución, para seguir mejorando su vibración. Es pues muy importante que los utilicemos y desarrollemos pues la vibración es pura, es música curativa, tan necesaria hoy, en un entorno tan lleno de basura acústica, que provoca tantas y tantas interferencias.
He aquí una lista de instrumentos arcaicos, unos milenarios incluso anteriores al hombre (como el didjeridoo) y otros tan nuevos y apetecibles que os sumergirán en un mundo de nuevas sensaciones.

Natxo Tarrés

Hang

Este “platillo volante” suizo, de la serie Pang, perteneciente a la casa PanArt, no deja indiferente a nadie de los que escuchan su sonido. Es un instrumento de percusión metálico, a modo del clásico steeldrum caribeño, pero invertido y con doble chapa, a ser tocado con las manos, pudiendo ser apoyado en las piernas (sentados), o con un soporte. Al estar cerrado con esta doble chapa, con una apertura central en la parte inferior, disponemos de un sonido con muchos bajos al golpear con la palma en la parte central. Su fascinante concepción sónica, que nos remite a la calidez de la música caribeña, con un toque innovador e incluso futurista, de seguro que hará que el hang gane terreno en los campos de las nuevas músicas.


Kotamo

Fusión de tres instrumentos: Koto, tanpura y monocordio. Este excelente encuentro de instrumentos de cuerda del mundo, hacen que el kotamo sea uno de los instrumentos más útiles en el campo de la musicoterapia. Consiste de estos tres instrumentos unidos en una misma caja de resonancia y puede estar construido con distintos materiales. Su tamaño, y la disposición de cada instrumento dentro del kotamo, permiten que pueda ser tocado de 1 a 3 personas al mismo tiempo.
Por un lado tenemos el monocordio, instrumento inventado por Pitágoras, compuesto por un número variable de cuerdas afinadas al mismo tono: Esto produce que todas las cuerdas entren en resonancia con solo tocar una, haciendo desprender gran cantidad de sonidos armónicos, ubicados a lo largo de las cuerdas. Al tocarlo deslizando los dedos por encima de las cuerdas creamos una atmósfera ligera pero infinita, que produce un efecto armonizante. Este efecto lo podemos apreciar corporalmente en la versión “cama” o “silla” con monocordio, donde nos incorporamos sobre la caja de resonancia del instrumento. Y por el otro lado tenemos la tampura o tamboura, que es el instrumento hindú de acompañamiento por excelencia, de 4 o 5 cuerdas según sea hembra o macho. Proporciona una base sólida y expansible a cualquier estructura musical, y con la cantidad de sonidos armónicos que desprende, la hacen optima para ser tocada con otros instrumentos ricos en armónicos como el didjeridú, la tabla, el sitar o el koto, el otro instrumento componente del kotamo. El koto, situado en la misma cara, al lado de la tampura, es un arpa tradicional japonesa, que puede ser tocada percutiendo las cuerdas con sticks o pinzándolas con los dedos. Es la parte melódica que completa esta formidable trilogía.

Sansula

Nuevo instrumento, rediseñado por Hokema, a partir del instrumento tradicional africano kalimba o embira. Este tipo de metalófono de mano, a diferencia del africano que utiliza un coco como caja de resonancia, sujeta el piezo encima de un parche sintético, y deja al descubierto la parte inferior. Tiene un sonido muy claro y definido, metálico y con muchos armónicos. Es un instrumento muy sensible al tacto y hace difícil para el que escucha, ubicar la procedencia del sonido, haciendo posible crear atmósferas y efectos, además de melodías, y, al poderse abrir y cerrar el espacio de resonancia, permite crear efectos de wha-wha.
Posee un sonido cálido y agradable, con recuerdos de cajita de música, evocador de maternidad, dulzura y ternura, haciéndolo un instrumento óptimo para completar procesos de trance, y las fases de integración de estos.

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Gong Sinfónico

Si queremos hablar del gong sinfónico, indiscutiblemente tendremos que fijarnos en los creadores de éste: Paiste. Está casa alemana especializada en instrumentos de percusión (en especial metales), hizo en su momento un riguroso estudio de trabajo de campo, contrastando y aprendiendo de las distintas culturas del Sur Este Asiático que usan el gong desde hace 4000 años. No obstante podemos encontrar de distintos tipos según su procedencia.
Al arte de confección de un gong, sabiduría transmitida de generación en generación a lo largo de los tiempos, se le ha atribuido poderes mágicos, y solo algunas familias sabían como hacerlos. Una secreta aleación de metales, junto con multitud de “golpes” (esparcidos de una forma muy concreta alrededor del centro del gong), proveen al gong sinfónico de posibilidades ilimitadas, por su especial timbre armónico, característica sensibilidad de vibración, al mismo tiempo que un fuerte y poderoso sonido.
Su uso ha ido ritualizado des de los inicios, hasta hoy en día: Utilizado para ritos en momentos de traspaso como funerales o celebraciones, teatro, música, con un fuerte significando para las culturas asiáticas, dónde hoy en día la alta cultura lo utiliza cómo instrumento de orquestra. También se usa en las orquestras europeas desde 1970, cuando grupos pertenecientes a la psicodélia, como los Pink Floyd, también lo incorporaron en sus trabajos.
Actualmente también se utiliza como instrumento en el campo de la musicoterápia, por el fuerte efecto que ejerce sobre la mente y el cuerpo. En la metodología desarrollada por el psiquiatra alemán Peter Hess, El Ritual del Gong, el gong, junto con el monocordio, la tampura, la tabla, el didjeridú, y la percusión oceánica, nos permite acceder a niveles profundos de la conciencia, reviviendo recuerdos asociados con las matrices perinatales: Primeras fases de la existencia en el utero materno y proceso de parto. Es un instrumento muy útil en el campo de la meditación, ya que su sonido provoca un estado modificado de la conciencia instantáneo; no obstante, por esta misma razón, y para que el uso sea terapéutico, deberá ser usado en un marco controlado, con finalidades terapéuticas, y que permita integrar la experiencia vivida.


Didjeridú, didgeridoo, yrdaki

El ancestral instrumento de los aborígenes australianos, el didjeridú (originariamente llamado yrdaki), es bién conocido por sus connotaciones arcaicas y usos rituales. Con el sonido grave y constante junto a la riqueza de armónicos que se desprenden, en el latir y la profundidad del didjeridú, nos daremos cuenta de que nos encontramos ante un instrumento insólito por sus cualidades, complejo y al mismo tiempo muy símple.
Ya en tiempos remotos los aborigenes hacian uso de la propiedades del didjeridú, como símbolo cultural e identificativo de su procedéncia, para ritualizar, en distintos contextos, las bases de su existéncia. Usado ancestralmente como objeto de mimetización teatral con el entorno, como acompañamiento de la voz y también como instrumento solista. Dentro de los clanes aborigenes, y todavía hoy en día, denota distinción en el rango o casta de las capacidades del músico que lo toca. Generación tras generación es transmitido un sistema propio de ser tocados por los clanes en cuya procedéncia tiene sus origenes el didjeridú, en el Noreste de Arnemland (Territorio del Norte, Australia). Estos remíten físicamente el sonido, de padres a hijos, de maestro a alumno, con tal de transmitir el conocimiento en las complejas técnicas utilizadas para tocarlo.
Las connotaciones arcaicas y el característico sonido del didjeridú lo convierten en un instrumento óptimo para la musicoterápia; tanto para el que toca, que puede utilizarlo como instrumento para guiar sus meditaciones, por el echo de que tenemos que observar constantemente el sistema respiratorio, como para el que escucha. Podemos inducir a estados de relajación profunda, al mismo tiempo que guiámos el viage y sus dinámicas a través del ritmo y la respiración, pudiéndo utilizar el sonido para masajear el cuerpo de un paciente a nivel físico y energetico, desbloqueando tensiones musculares, contribuyendo positivamente a la reparación de fracturas oseas y aumentando el nivel de antropía en el cuerpo.

Flauta doble


Podemos encontrar flautas dobles de distintos tipos en todo el mundo. El principio básico de este instrumento es que está compuesto por dos flautas a ser tocadas al mismo tiempo. Las podemos encontrar unidas o separadas, con multitud de escaleras y posibilidades musicales distintas, según su procedencia, origen y tradición en su uso.
Encontramos referencias del uso de la flauta doble esparcidas desde el lejano Oriente hasta Europa Central, en la Grecia helénica (foto comparsa), y también en Meso América, y en distintos países donde reside la tradición Sufi (cómo en Pakistán o Turquía), dónde se utiliza este instrumento desde tiempos remotos. Podemos diferenciar entre dos grandes grupos o concepciones distintas de estos instrumentos, según sus características técnicas como instrumento, y en cómo se utilizan: Las Mesoamericanas y las Orientales. También cabe ser destacado el símbolo que ha representado para las distintas culturas, y un aspecto técnico añadido en la manera de interpretar en este instrumento.
Mesoamericana. La capacidad de poder producir sonido biológico, que se le atribuye a las flautas dobles, es el principio básico de este aspecto que le añade calidad terapéutica al sonido (foto flauta antropomorfa), ya que al tocar los dos tubos de distintas longitudes, solapamos dos tonos casi iguales, pero no idénticos, produciendo batimientos en el sonido, efecto que reproduce la naturaleza, como pasa con las Ranas de Barro de Yaxchilán. Estas flautas, producidas en barro y con formas antropomorfas, y de las cuales han derivado las ocarinas, son apropiadas para ser tocadas rítmicamente, con sonidos solapados y entrecortados. En la actualidad grupos con reminiscencias étnicas la utilizan para añadir un toque de color, y efecto de la llamada de la naturaleza, a su música.
Oriental. Una de las flautas produce una nota constante o pedal, que representa lo masculino, y la otra es melódica, tipo flauta dulce, y simboliza lo femenino. El aspecto característico del uso que añaden las tradiciones orientales en general, al tocar la flauta doble, es que esta es utilizada con la técnica de la respiración circular, hecho que permite hacerla sonar continuamente, durante tiempo ilimitado. Esto requiere un control avanzado de la técnica de la respiración circular, aspecto técnico utilizado por distintos músicos de instrumentos de viento que tocan instrumentos como el didjeridú, la trompeta o el saxofón, dónde utilizamos distintos recursos (como la respiración diafragmática o de plexo, y circular), para utilizar la caja torácica a modo de la bolsa de aire de una gaita.